lunes, junio 19, 2006

Esa tarde mi padre nos esperaba en la entrada de una boutique a mi hermana y a mí, yo me estaba midiendo una blusa.
- Esa, esa te queda bien- dijo mi hermana, justo cuando se escuchó un estruendo y todos en la tienda nos quedamos un instante en silencio, aun sin entender que sucedía, caminamos hasta encontrarnos con mí papá, él estaba inquieto y nos apresuró a salir del centro comercial cuando se apagó la luz y todo quedo en penumbras, yo tome a mi hermana por el brazo y junto a mi papá tratamos de llegar a la salida, donde la gente solo lograba escapar mediante empujones.
Cuando ya estuvimos afuera, nos encontramos en completa oscuridad y todo estaba destruido como sí un terremoto hubiera acabado con todo.
Se escuchaba un extraño silencio y nubes de polvo no nos permitía respirar.
Caminamos entre los escombros tratando de alejarnos, nosotras seguíamos a unas personas y otras personas nos seguían a nosotras, nadie hablaba.
Sin tener noción del tiempo pasamos horas caminando, hasta encontrarnos subiendo y bajando entre montañas y peñascos, -que raro en la ciudad no había un lugar semejante- le comentaba a mi hermana, mientras el camino se hacia cada vez mas angosto y la gente se amontonaba y no supe cuando mi hermana se quedo atrás, ya no pude verla y no había forma de tratar de buscarla o de detenerme a esperarla, caminé sintiendo una gran angustia y volviendo la mirada cada vez que podía, pero no la volví a ver.
Todo estaba tan oscuro que caminábamos a casi a tientas, nos tropezábamos, pero no podíamos detenernos, aunque no sabía porque.

De pronto sentí que alguien me sujeto muy fuerte, yo me quise soltar y lo empuje,
luego lo vi caer a un precipicio que estaba justo delante de mí, una mujer se detuvo junto a mí y dijo -solo trató de ayudarte, ahora sigue avanzando- una vez más sentí una profunda ansiedad y ganas de llorar, pero me hicieron seguir caminando, no te puedes detener, replicaban unas voces.
Caminamos no se cuantas horas más, yo ya estaba muy cansada cuando bajábamos una loma y se comenzaron a ver unas casas de adobe, como un pequeño pueblo, viejo y desolado.

Al llegar la gente se separaba formando dos filas, a la derecha las mujeres y a la izquierda los hombres, me hice a un lado para ver que sucedía pero alguien me tomo del brazo y me dijo parate ahí, junto a ellas.

Junto a una barda de adobe estaban una hilera de mujeres, como en un exhibidor y frente a ellas un grupo numeroso de hombres, que me hicieron recordar una película se mostraba la venta de esclavos.

Me pusieron junto a ellas, yo me sentí muy mal, pero las demás mujeres no se mostraban molestas sino por el contrario parecían contentas, y se arreglaban el cabello y se paraban erguidas pretendiendo agradarles a aquellos hombres que disfrutaban hurgar entre nosotras revisandonos de arriba a abajo como si fuéramos mercancía.

Pasaban de uno por uno y no se iban hasta elegir a alguna de nosotras, yo estaba muy molesta, pero pasaba el tiempo y ya quedábamos muy pocas, y me di cuanta de que nadie me elegía a mí y fue entonces cuando mi enojo se volvió ansiedad.

Uno a uno se acercaban y pasaban junto a mi sin mirarme, como si yo no estuviera, se pasaban de largo para llevarse con ellos a la pareja que recién habían conocido.

Luego lo vi llegar y me pensé para mí, que me vea, que me vea.
Caminó directo a mí y me tomó de la mano y yo sentí como si lo conociera de siempre, y con una gran emoción me aleje junto a él sin decir una palabra.

Dejamos ese lugar atrás caminando hacia lo alto en una loma, donde había unas casas de color blanco, rodeadas de árboles y plantas,- vamos a nuestra casa- me dijo.
Él me abrazo y me beso, yo cerré los ojos y me olvide por todo lo que había pasado, era tan extraño sentir sus caricias, y sus labios, como el sueño incompleto que siempre había conocido.
Me quede dormida junto a él y cuando desperté, estaban dos mujeres encima de él y lo acariciaban y besaban y él lo disfrutaba tanto, que no se dio cuenta cuando salí de la casa.

No sabía a donde ir, y anduve caminando hasta que vi en el suelo a un niño muy pequeño que lloraba y me pedía que lo cargara, me dio mucha ternura y me detuve a levantarlo y cuando lo hice él me jaló y me grito que lo dejara que no era un niño, y cuando volví a mirarlo tenía en mis brazos a un moustro, lo solté y este se alejo de nosotros arrastrandose hacia unos matorrales.
Yo estaba muy asustada.

Él me dijo -que no te has dado cuenta, tu estas muerta-

en ese momento las casa que me parecían bonitas se desvanecieron frente a mí, sólo quedaron escombros a mi alrededor y otra vez todo era oscuridad.

él continuo diciendo:
-en tu vida tuviste hijos por eso ves a los demonios como niños, porque en tu mente aun tienes recuerdos, al morir vas olvidando a tus seres queridos.-
-No- yo venía con mi papá y mi hermana, y ellos se quedaron atrás de mí-
- atrás de ti, no, tú los fuiste olvidando poco a poco-

- y tu quien eres,- le pregunté,
la persona que tirarte al precipicio debía estar aquí contigo, pero el te salvo de caer.
ahora estarás tu sola.

-y tu quien eres - volví a preguntar
-nada, soy solo un recuerdo, que aun tienes-

Me quede en silencio, pensando, hasta en el infierno estaba buscando amor.